domingo, 9 de febrero de 2020

Breves momentos.

En este momento ella está frente a mí, dando una mordida a su enorme hamburguesa.
Sonríe.

Recuerdo esa vez hace seis años cuando le dije que tenía una parte más dura en su seno derecho. Y a regañadientes accedió a ir al chequeo médico.

En este momento ella bebe de su refresco halado, toma una papa frita y la lleva a su boca.

- Lo que te estoy diciendo es que ella tiene cáncer-
Esas palabras nos cimbraron. Aunque en realidad no puedo saber ni puedo imaginar lo que ella sintió cuando el oncólogo nos dijo eso. Habían sido meses de estudios, biopsias y consultas con la esperanza de que fuera solo algo pasajero. Algo que a lo mucho solo necesitara una operación ambulatoria.
Ella solamente se quedó inmóvil, respiraba lentamente. El doctor nos comenzó a dar indicaciones para una próxima intervención, papeles para firmar y próximas citas. Nosostros por inercia escuchamos y asentimos.

Salimos de la clínica y me abrazó y la abracé muy fuerte.
Y su mayor miedo era dejar solos a nuestros hijos. No alcanzar a vivir para poder verlos crecer.
Lloramos juntos y le prometí que estaría con ella cada minuto, todo el tiempo que fuera necesario.

Esta tarde ella toma un pasador, se trenza el cabello y lo sujeta. Da otra mordida a su hamburguesa y da otro trago de refresco.

-Se me está cayendo el cabello- y ella tenía un mechón en la mano.
Se veía demacrada, delgada y muy pálida. Había pasado ya su segunda quimioterapia y estábamos en casa y se iba a bañar. Comenzó a llorar, tomó unas tijeras y me pidió que le cortara el cabello.
Sentí un nudo en la garganta.

Fueron los meses más difíciles. Ella se veía al espejo: su cicatriz estaba secando favorablemente y ya le había retirado el dreno. Veía su rostro, sus brazos delgados y sus ojos tristes. Sentía dolor y náuseas todo el tiempo. Y las citas al médico aún la hacían sentir mal. Ella que era una mujer tan risueña había dejado de reír y nuestros hijos aunque no decían nada sentían la tristeza en la casa.

Pasaron los meses, las quimioterapias, las radioterapias.
Lo más difícil no fue la operación, para ella el verdadero calvario fue el año que siguió. Y según los médicos, ni siquiera esto era una cura permanente porque el cáncer podía volver.
Y hay que hacer más estudios.
Y más estudios.
Y más estudios.

Su piel morena y lustrosa se veía opaca y sus ojos curiosos ahora se veían tristes.

Se reincorporó a su trabajo y poco a poco empezó a sentirse útil de nuevo.
Poco a poco recuperó la confianza y volvió a maquillarse.

El cabello cortito que apenas le estaba creciendo acentuaba sus facciones. 
Recibió apoyo de sus compañeros de trabajo y en casa los niños no dejaban de darle ánimos: ¡Tú puedes mamá! Cada vez que ella debía ir a consulta, a sus terapias y en los ejercicios que el médico le indicaba hacer.

Y las quimioterapias.
Eso le apagaba, le hacía casi rendirse.

Pero siguió adelante.

Hoy ella me dijo que tenía una noticia por darme; los últimos estudios y análisis.

-El oncólogo me acaba de dar de alta- dijo ella y me abrazó muy fuerte.
-Pero claro, aún debo cuidarme y autoexplorarme, pero la siguiente cita no es en dos meses, será ya en un año- terminó por decir.

Y en este momento veo a una guerrera.
Una combatiente.

Una sobreviviente.







domingo, 9 de julio de 2017

El niño : Epílogo, alba.

Mi abuela decía "ten cuidado mijo con lo que encuentres en el camino. El diablo se aparece en todos lados. A veces es un hombre que te va a dar dinero. A veces te quiere hacer un favor. Pero  a veces solo te quiere chingar". 

"Persínate antes de salir y nunca olvides tu sombrero."

Sombrero nunca uso. 

Pero siempre me persigno. 

Solo por si las dudas.

El niño : madrugada.

Rita no supo porqué pero se sintió atraída a buscar a ese bebé que lloraba cada vez mas fuerte, como si deseara lo encontrara precisamente ella. Ulises simplemente seguía a su novia, asustado tratando de recordar las cosas que le había advertido su abuela cuando era niño, pero era mas importante en ese momento encontrar a la criatura. Nacho y Roberto simplemente los seguían por inercia, con una mezcla de miedo y curiosidad citadina a esas cosas que solo suceden en el campo, las cosas que cuentan los ancianos.  Tratando de  no tropezar con los pequeños arbustos, Rita se acercó a donde parecía surgir el llanto, un enorme nogal frondoso y grueso de enormes raíces, ramas retorcidas y grandes que llegaban muy alto.  

Ahí el llanto era claro y fuerte. 

Envuelto en una sabanita roja estaba ahí, un bebé que se quedó en silencio al cruzar la vista con Rita. 

Ulises no podía creer la rareza de la situación ¿quién dejaría a una criatura a mitad de el campo y a mitad de la noche?. Roberto comenzó a maldecir: "¡no mamen que poca madre de quien lo haya dejado aquí! ¡puta madre!" Nacho que había sido el mas callado no se acercó lo suficiente, algo no cuadraba en todo eso.

Rita se quitó la chamarra para arropar al niño pequeño y de piel extremadamente blanca, iluminado por la linterna de mano. Lo observó y el niño seguía en silencio. El pequeño parecía que había estado esperando su llegada pues clavó su mirada en la de ella. No había nada especial en el niño salvo sus ojos negros como la noche. Profundamente negros. Ulises callado abrazó a su novia y los otros chicos solo obsevaban la escena. Rita sonrió al niño. "¡cuchi cuchi bebé!" y tocaba su nariz con el indice derecho. El niño comenzó a sonreír y con su pequeña manita aprisionó el dedo de ella. El niño comenzó a reír. Y siguió riendo mas fuerte, más... más. 

La risa alcanzó la misma intensidad de el llanto anterior. Rita quiso jalar el dedo pero el niño no la soltaba. Dió un tirón y las uñas del bebé la lastimaron e hicieron sangrar: "¡ay!" exclamó. Volteó la cara y chupo su dedo, al tiempo que Ulises tomaba la linterna y notó algo extraño: "mira tiene dientecitos...parece...como si estuvieran creciendo." Roberto se acercó y dijo: "¡si, le están creciendo los dientecitos!" y el bebé que había dejado de reir dijo: 

"y mis colmillitos también".

Rita gritó horrorizada, soltó al bulto y dio tres pasos atrás abrazando a Ulises. Este se quedó petrificado, Roberto comezó a gemir y Nacho tembló de pavor. El bulto en el suelo comenzó a moverse ante los atónitos y aterrorizados muchachos."¡¡Está creciendo!!" gritó Nacho desde atrás paralizado de terror.  Rita no dejaba de gritar históricamente sin sentido  y Ulises comenzó a llorar y gritar. Roberto al dar pasos hacia atrás calló en sus posaderas y tuvo un ataque de tos y vómito. 

Un olor fétido, a perro muerto salió de ese bulto que se hacía mas grande. Una mano salió primero y un chico desnudo, un adolente se quitó la chamarra de Rita de encima. Su piel era blanca y lisa y su rostro de facciones finas y largo cabello. Dió unos pasos y alzó los brazos: "abrázame" dijo sonriendo. Rita gritaba cada vez mas y trataba de articular palabra pero nada podía decir. Entoces Nacho reaccionó y comenzó a correr y correr, sin rumbo llorando y gritando de pánico. Roberto intentó hacer lo mismo pero no pudo levantarse, su cuerpo no respondía. Lo ultimo que vió Nacho cuando volteó fue a un hombre enorme encima de Rita y Ulises. Y los gritos de ellos. Nacho corrió y corrió a la oscuridad y el frío del campo abierto. 

Tres días después, unos niños que llevaban sus chivitos a pastar al campo encontraron a "un loquito" como dijeron ellos. Decía incoherencias y estaba sucio y deshidratado. La autoridad municipal lo tuvo en custodia y una semana después estaba en un hospital psiquiárico de la Ciudad de México. Ente sueños hablaba de lo sucedido y las cosas que solo el vió. Y cuando la cordura llegaba a el y se encontraba tranquilo, podía contar claramente los detalles de lo sucedido para después comenzar a gritar del niño y que no lo levantaran.

De Ulises, Roberto y Rita nunca más se supo nada. No hubo cuerpos ni rastro de ellos, salvo la tienda de campaña y la linterna. 

Fueron dados por desaparecidos. 

El niño : noche.

Media noche y Ulises puso la casita de campaña pues Rita fué de la idea de quedarse en el campo esa noche. Ella una chica de ciudad y le fascinaba la idea de estar a campo abierto, respirar el aire fresco del campo y dormir bajo las estrellas.  

Roberto y Nacho estuvieron de acuerdo y Ulises solo deseaba complacer a su novia. El viento susurraba entre los árboles espesos. Las ramas se golpeaba entre sí y el canto de los grillos y las ranas se elevaba aún más. Oscuridad profunda y frío que comenzaba a calar la piel. Ninguno había podido dormir aún pues se encontraban fascinados por las historias de la abuela; aun contaban lo que les había dicho y bromeaban con el hecho de que un fantasma fuera a aparecerse. Poco a poco el ruido fué cesando, el viento dejó de soplar y los animales nocturnos callaron. La fogata improvisada se apagó y el frío calaba más. La tienda de campaña era el refugio para conservar el calor. 

El frío se intensificó y el delicado vapor de sus exhalaciones se veía con la lamparita de mano que estaba en la tienda. Silencio pesado, casi las dos de la mañana. 

Un sonido muy muy lejano les hizo poner atención. "¿Qué es eso?" preguntó Rita que estaba abrazada a Ulises. "¿Es un animal?"  dijo Roberto. Nacho en un acopio de valor asomó la cabeza fuera de la tienda de campaña y dijo: "Parece un chillido,de un animal,no se tal vez sea un animalito herido". Ulises extrañado dijo; "En el campo ya casi no hay animales,de vez en cuando baja algún venado o tal vez sea un chivo perdido". "Hay que ir a ver" dijo Rita al momento que se levantaba y jalaba a Ulises y este volteaba a ver a los otros dos señalándo con los ojos que los siguieran. 

Rita por delante con Ulises, después  Roberto y al último Nacho. Este último afinó el oido, hizo una pausa y dijo "oigan, no mamen parece un niño"; los otros dos se miraron incrédulos y negaron la teoría pero Rita entrecerró los ojos tratando de concentrarse en el sonido. "Ay, si parece un bebé llorando". Ulises no dijo nada, Roberto se paró en seco y Nacho sintió un escalofrío en su espina dorsal. El frío se hizo más crudo y el viento silbaba delicadamente agitando las ramas de los árboles haciendo crujir estos. Rita apresuró el paso a donde ella identificaba el sonido. Estaba muy oscuro y la lámpara limitaba la visión. La maleza era mas tupida y el frío era mas y mas pesado. El viento había cesado por completo lo que hacía escuchar claramente sus pisadas hacer crujir las ramas secas. Y el sonido se hizo más nítido: si, era el llanto de un bebé.

El niño : Dia

Ulises llegó a su pueblo en Comitancillo en la costa de Oaxaca. 

Estudiaba en la Universidad Autónoma de México en el Distrito Federal una ingeniería y estaba ya en el último semestre de la carrera. Cada ciclo vacacional aprovechaba para regresar a su pueblo y pasar las fiestas en casa de su familia y así sucedió en el Dia de Muertos de ese año. Llegó al pueblo  con tres de sus compañeros: Roberto, Rita su novia y Nacho a quienes invitó para conocer su pueblito. 

Salieron del Distrito Federal muy emocionados pues Ulises les había platicado de las tradiciones y leyendas en su pueblo, lo pintoresco de las costumbres y lo delicioso de la comida. Después de varias horas de viaje por fin estaban es el pueblo. Quince minutos de la base de autobuses para llegar a casa, asearse y desayunar y dormir unas horas para descansar de un trayecto de casi 14 horas. Eran las 7 de la noche cuando ellos despertaron por el delicioso aroma a chiles y almendras y maíz. La abuela de Ulises preparaba mole de la manera tradicional de el pueblo: en el metete que es una especie de mortero de piedra, en cuclillas macerando los aromáticos ingredientes. La señora de mas de 50 años vestía un mandilito verde y tenía trenzas largas y blancas. Morena y de firme caminar, les invitó a pasar a la humilde cocina de carrizo. En medio se encontraba el comal donde ella preparaba el guiso, tortillas calientes en el brasero y café caliente listo para servir. 

Anochecía y los muchachos escuchaban atentos la plática de doña Remedios. Ellos salieron al poco rato motivados por las historias que les contaron de fantasmas y aparecidos y se internaron en el campo,con la idea de hacer una fogata. Era una noche fría típica de fin de octubre. El campo lucía oscuro y silencioso,excepto por el viento que susurraba al pasar entre los árboles. Pirul y encino y arbustos de huizache. El olor se llenaba con la flor de cempasúchil típica de la temporada. Los grillos hacían su presencia cada vez más y más sonora con forme se adentraban en el campo. Ulises conocía la zona así que ellos se sentían seguros.

"El diablo se aparece en el campo y toma muchas formas,a veces es un perro negro o a veces es un catrín. Tengan cuidado porque la noche está muy pesada" fué la advertencia de doña Remedios.
Eran las once de la noche cuando los muchachos comenzaron a beber de una botella de ron que Nacho había llevado.
...y ahí las cosas se pusieron raras.uvieron a bien,al llegar a casa,asearse y desayunar y dormir unas horas para descansar de un viaje de casi 14 horas. Eran las 7 de la noche cuando ellos despertaron por el delicioso aroma a chiles y almendras y maíz. La abuela de Ulises preparaba mole de la manera tradicional de el pueblo.La señora de mas de 50 años vestía un mandilito verde y tenía trenzas largas y blancas. Morena y de firme caminar,les invitó a pasar a la humilde cocina de carrizo,donde en medio se encontraba el comal donde ella preparaba el guiso.

Anochecía y los muchachos escuchaban atentos la plática de doña Remedios. Historias que a ella le fueron contadas por su madre y a ella se las contó la abuela. Cuentos de la noche  y las almas que aparecen en Todos Santos. La historia del señor que no creía en los espíritus y se quedó la noche del primero de noviembre escondido en un tenate (un canasto grande hecho de palma, donde bien cabe una persona)  y al otro día lo encontraron tieso y en cunclillas, muerto obviamente de pavor al ver a los espíritus llegar. Historias de la muerte, o la Catarina como la llamaba o el Catrín que sería la representación del diablo vestido de elegante traje pero reconocible por sus cuernos rojos en la frente y un bigote retorcido y chistoso.   Ellos salieron al poco rato motivados por las historias que les contaron de fantasmas y aparecidos y se internaron en el campo, con la idea de hacer una fogata, asar malvaviscos y pasar un rato agradable alejados de el estrés citadino. Era una noche fría típica de fin de octubre. El campo lucía oscuro y silencioso, excepto  por el viento que susurraba al pasar entre los árboles. Pirul y encino y arbustos de huizache. El olor se llenaba con la flor de cempasúchil típica de la temporada. Los grillos hacían su presencia cada vez más y más sonora con forme se adentraban en el campo. Ulises conocía la zona así que ellos se sentían seguros.

"El diablo se aparece en el campo y toma muchas formas, a veces es un perro negro o a veces es un catrín. Tengan cuidado porque la noche está muy pesada" fué la advertencia de doña Remedios.

Eran las once de la noche cuando los muchachos comenzaron a beber de una botella de ron que Nacho había llevado.

...y ahí las cosas se pusieron raras.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Cuestión de fé.



No es mi intención validar la autenticidad de los objetos de fé de los demás. Mucho menos poner en evidencia fallos de la historia o religiones impuestas.
No tengo la calidad moral para eso.
Lo que si puedo hacer es señalar el hecho de que México es un pueblo de tradiciones. Tradiciones de cientos de años, resultado de una mezcla violenta de dos culturas sumamente distintas. 
Somos un pueblo mestizo rico en cultura.
En base a esto también puedo decir que esto implica en la fé. Es un hecho que la historia siempre es contada por quienes imponen su cultura. Pero México hizo su propia e independiente historia. México tiene su propia esencia.
En estas fechas es cuando mas se acentúan esos rasgos culturales y de fé, en específico con las representaciones Marianas. El dia de hoy miles de fieles y devotos de la Virgen de Guadalupe hacen muestra patente de ello con las peregrinaciones y actos religiosos. 
No es mi trabajo el autentificar la fe o los orígenes ya que cada quien es LIBRE de creer o no creer. Sin embargo hay mucha gente que discrimina y juzga las actitudes de los fieles,al hacer menos sus actividades o tacharlos de retrógradas e ignorantes.
Tengo el enorme honor de conocer gente de diferentes credos. Tengo amigos judíos, mornones, baptistas, cristianos; gente que se mueve en el ámbito del satanismo y luciferismo. Y gente que se dice “atea”.

Y si hay algo en lo que la gente pensante y diligente, sea cual sea su credo, coincide: el respeto a la creencia ajena.
Me da tristeza ver a personas que se dicen “líderes de opinión” y “activistas” y demás pendejadas hablar con sorna y despectivamente de quienes hacen patente su fé.
Que si debe ser asi todo el año, que son hipócritas, que es doble moral, que sus creencias no son válidas, etc. etc.
Eso es racismo. Es elitismo. Es en sí ignorancia. Es intolerancia. Y es estúpido de quienes ayer decían “me dueles México”.
No estoy en favor de ninguna creencia en especial, ya lo dije; lo que comento es solo la incapacidad de quiénes no aceptan a aquellos que no piensan igual, de quienes no ven mas allá y no se dan cuenta que es parte de la multiculturalidad de nuestro país, ya de por si golpeado por la desigualdad.
Si crees o no eso no me importa.
Lo que importa es que tengas las libertad de expresarte.
Buena tarde.